"EL PODER DE LA DESTRUCCIÓN CREATIVA"

¿QUÉ IMPULSA EL CRECIMIENTO ECONÓMICO?


Philippe AghionCéline Antonin y Simon Bunel son los autores del libro "El poder de la destrucción creativa". Aghion, catedrático en el Collège de France y la London School of Economics, Antonin, investigadora y profesora en el Sciences Po en París, y Bunel, economista en el INSEE e investigador en el Collège de France. Estos tres economistas franceses fueron los encargados de llevar a cabo un exhaustivo análisis acerca del fenómeno de la destrucción creativa y de la relación de éste con el crecimiento económico, además de conseguir plasmar los resultados de dicho análisis en este libro. 

 En lo que respecta a la estructura del citado libro, este comprende quince capítulos. El primer capítulo es  introductorio; en los catorce siguientes los autores exponen los tres objetivos fundamentales del libro, siendo estos: conocer los enigmas históricos asociados con el proceso de crecimiento mundial, revisar los grandes debates sobre innovación y crecimiento que se han producido en los países desarrollados y, por último, repensar el papel del Estado y de la sociedad civil; y finalmente, con "el futuro del capitalismo" concluye el libro. 



En cuanto al fenómeno de la destrucción creativa, es interesante conocer cómo surge esta idea y en qué consiste. Nace de la incapacidad del modelo neoclásico para explicar las principales tendencias y aclarar los enigmas del crecimiento y la riqueza de las naciones, que entonces motivó a la introducción de un nuevo modelo de crecimiento. Este modelo de crecimiento se basaba en la destrucción creativa y es conocido como paradigma shumpeteriano. Su nombre se debe a que fue Joseph Schumpeter, economista austríaco, quien enunció las tres ideas fundamentales que dieron forma al paradigma de la destrucción creativa. 

 

El proceso de crecimiento a largo plazo requiere de la difusión y sistematización del conocimiento, debido a que únicamente de esta forma la innovación puede ser acumulada. Esta es una de las ideas que enunció Joseph Schumpeter, estrechamente relacionada con la conclusión de Robert Solow: el crecimiento sostenido a largo plazo requiere de un progreso tecnológico previo. Schumpeter igualmente destacó como segunda idea la necesidad de invertir en innovación. Los incentivos de las instituciones y políticas públicas, como la protección de los derechos de la propiedad intelectual, tenían un efecto directo en la motivación y disposición de los empresarios para innovar. De la misma forma podría ocurrir lo contrario, cualquier circunstancia que pusiese en peligro las rentas de los empresarios, desalentaría la inversión en innovación. Por último, este economista introduce la idea de la destrucción creativa. Las nuevas innovaciones hacen obsoletas las innovaciones anteriores, lo que crea un dilema en el núcleo del proceso de crecimiento. Son necesarias las rentas para recompensar la innovación y para motivar a los innovadores, pero los innovadores anteriores no deberían utilizar dichas rentas para impedir nuevas innovaciones. Ante esta contradicción, Schumpeter afirma que el capitalismo estaba condenado a fracasar, puesto que no existía la posibilidad de controlar que las empresas ya establecidas impidiesen las nuevas innovaciones. 





 Estudiando detalladamente la idea de la destrucción creativa, entendemos que es una realidad tangible y medible. La percibimos, por ejemplo, por la llegada de nuevos productos y tecnologías medidos por el número de patentes registradas cada año en un país. Podríamos tomar de ejemplo un estudio realizado sobre algunos estados de Estados Unidos, como Texas o Nueva York, específicamente entre los años 1900 y 2000. Observamos una correlación positiva entre el crecimiento del PIB per cápita y las patentes: los estados que crecen con mayor rapidez son aquellos que más innovan. Existen diversas formas de medir la destrucción creativa que demuestran claramente que la innovación impulsa el crecimiento económico. 


Una vez entendido el funcionamiento de este fenómeno, podrían explicarse una serie de enigmas del crecimiento económico de distintas potencias que han sucedido a lo largo de la historia. De hecho, uno de los objetivos de este libro era aclarar por qué se dieron dichos enigmas. Eran el despegue industrial del siglo XIX, las grandes olas tecnológicas, el estancamiento secular, la evolución de la desigualdad, la convergencia y divergencia entre países, la trampa del ingreso medio y la desindustrialización. 

Evidentemente existían debates sobre innovación y crecimiento, y por supuesto, Aghion, Antonin y Bunel iban a tratarlos en este libro. La compatibilidad entre la innovación, la protección del medio ambiente y la disminución de la desigualdad eran algunos de ellos. Sin dejar atrás el empleo, la salud y el bienestar y la posibilidad de paliar esos efectos negativos que tenía la destrucción creativa sobre los mismos. 

Sabiendo todo lo anterior, resultaba esencial estudiar también la posibilidad de adaptar las políticas estatales al desarrollo de este fenómeno, hasta conseguir regularlo, ya que resulta ser un arma de doble filo. Con "arma de doble filo" queremos referirnos a que la destrucción creativa produce, al mismo tiempo, tanto consecuencias ventajosas (crecimiento económico, por ejemplo) como desventajosas. 

Además, teniendo en cuenta que escriben sobre la posibilidad de controlar el sistema, deducimos que defienden no la destrucción del capitalismo, sino el desarrollo de una propuesta para conseguir la prosperidad del mismo. Es entonces con lo que estos economistas le ponen punto y final al libro "El poder de la destrucción creativa".

 

 

 

 

 

 

 

 

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