LA OBRA REFORMISTA DE LOS BORBONES

 

LAS REFORMAS ECONÓMICAS DE LOS BORBONES: ¿CUMPLE CARLOS III SUS OBJETIVOS?

En la vertiente política de la Ilustración, los ilustrados apuestan por el Despotismo Ilustrado, una doctrina política que defiende los planteamientos de la Monarquía absoluta, pero incorpora ideas de la Ilustración. Los ilustrados apuestan por el progreso y la educación y ven necesaria la aplicación de reformas políticas, sociales y económicas, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los habitantes de un territorio y conseguir su felicidad. El lema “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” resalta el carácter paternalista de un tipo de monarca que apuesta por las reformas económicas, promociona la cultura y la educación y pretende mejorar la calidad de vida de los súbditos. El mejor representante de esta corriente en el territorio español fue Carlos III. 

 

Con el objetivo de modernización y racionalización del Estado, así como el crecimiento de la riqueza de la nación y la fortaleza de la Monarquía, Carlos III aplica reformas económicas y sociales profundas sin poner en duda el Absolutismo. 




 

Además de reformas sociales como la fundación de Reales Academias (Lengua, Historia y Bellas Artes) y apoyo a las Sociedades Económicas de Amigos del País, se llevaron a cabo reformas económicas. Algunas de ellas fueron la creación de la Lotería Nacional en 1763 y del Banco Nacional de S. Carlos en 1782, así como la toma de medidas para potenciar el comercio y promoción del desarrollo agrario. 

 

En particular, las reformas en el sector agrario tuvieron especial relevancia. Con estas medidas, Carlos III pretendía conseguir una mayor autosuficiencia alimentaria y reducir la dependencia de las importaciones. Para conseguirlo, también promovió la creación de Reales Fábricas para fomentar el desarrollo industrial (Real Fábrica de Tabaco en Sevilla, por ejemplo). 

 

El monarca, además, pretendía potenciar el comercio. Esto lo intentó a través de la eliminación de aduanas dentro del propio país, para conseguir la libre circulación de vino y cereales. Motivó también la creación de compañías para asegurar rutas, como las del cacao, tabaco y azúcar. La liberalización del comercio con América en 1778 fue una medida determinante tomada por Carlos III.

 

En lo que respecta a sus dos objetivos fundamentales, que fueron el crecimiento de la riqueza de la nación y la fortaleza de la Monarquía, la actuación del Estado no puede considerarse del todo como un fracaso. 

 

Las reformas económicamente llegaron a tener un impacto significativo, ya que actuaron como estímulo al crecimiento de la producción. También puede observarse cómo acaban debilitándose las instituciones privilegiadas tradicionales que se oponían a la flexibilidad social y al progreso. Al mismo tiempo se consiguió la integración económico-política de la sociedad española, debiendo considerarse que las repercusiones de los dos últimos efectos de los que se hablan se extienden hacia el siglo XIX. 

 

Por otro lado, la sinergia entre las mejoras en el marco institucional y la estabilidad de la Monarquía afectó positivamente en los animales spirits de los agentes impulsores de las actividades económicas. 

 

Finalmente, alrededor de 1788 ya se había producido un robustecimiento y centralización del Estado, se había generado una mayor articulación de la sociedad española, se había conservado un gran imperio colonial (que alcanzó su máxima extensión en 1783) y la Monarquía española parecía gozar de buena salud política y financiera a ojos de los contemporáneos. 

 

Cabe concluir con que se había avanzado notablemente en las máximas de más Estado y más Mercado, aunque es complicado, o quizá imposible, determinar si lo suficiente.  

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